lunes, 8 de junio de 2015

El profesor ideal


Leyendo vuestros escritos y reflexionando mucho me he dado cuenta que en gran medida definimos del mismo modo al profesor ideal. Hemos identificado las virtudes y defectos y la mayoría hemos coincidido al enumerarlos. En muchos de vuestros relatos, por no decir en todos, me he visto asintiendo a lo que estaba leyendo, diciendo “sí, sí, es verdad”, sonriendo cuando explicabais alguna experiencia porque yo también la había vivido.
Describiendo al profesor ideal: he intentado hacer una lista con las características que posee el profesor ideal.

  • El profesor ideal es un apasionado de la materia que enseña, un entusiasta en este caso de la lengua, y sabe transmitir esa pasión.
  • Deja en casa los problemas y los enfados. Es capaz de entrar en el aula con una actitud positiva y optimista a pesar de lo terrible que haya sido el día. Esta característica debería extenderse a todos los niveles de la vida: en el trabajo, en casa, con los amigos,... Es una actitud que contribuye a crear un mejor ambiente que repercute en nosotros mismos.
  • Sonríe. La sonrisa es una excelente tarjeta de presentación, es contagiosa y tiene efectos positivos en la gente que la recibe.
  • Es empático, otro rasgo importante en esta profesión.
  • Es generoso y comparte sin temor ni avaricia sus conocimientos.
  • Sabe escuchar a los alumnos e interpretar lo que no se dice con palabras para modificar y mejorar las lecciones.
  • Infunde seguridad, esa seguridad necesaria para lanzarse sin miedo a equivocarse.
  • Prepara lecciones amenas y divertidas, activas en lugar de pasivas, en las que todos se sienten partícipes.
  • Se muestra accesible, cercano y disponible. El alumno no teme exponerle sus dudas.
  • Siente y muestra respeto por los alumnos y se gana el de ellos.
  • Tiene ganas de mejorar, de saber más, de estar al día. Pues, como se ha dicho, la lengua está viva, crece, cambia. No se conforma con aquello que ya sabe, siempre hay algo nuevo que aprender.

Y continuando con las reflexiones, todas estas ideas y pensamientos me llevan a concluir que ser profesor no se limita sólo al trabajo que uno hace determinadas horas al día, es una actitud, es un modo de ser y vivir.

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